María de Corral (Madrid, 1940) es una importante comisaria de arte a nivel internacional, que ha dirigido numerosas muestras de arte y fue directora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Codirectora de la Bienal de Venecia 2005 entre otros.
En el libro “Reflexiones sobre arte, cultura y tecnología” aparece un capítulo de María Corral, “El arte en este fin de siglo,” en el que se hace un breve repaso del arte en los años 80, con la vuelta a la pintura y el nuevo lenguaje personal, la consolidación de la mujer en el mundo del arte o la opción de la fotografía como método artístico y expresivo, además del nacimiento de nuevas tendencias relacionadas con el consumo de los “media”, los ordenadores y la publicidad.
En el texto se utiliza el término “posmoderno” para referirse al momento artístico de los años 80, término que se empezó a utilizar en esta época para referirse al “estado intermedio de conciencia que constituye la transición entre el antiguo y el nuevo modelo de realidad que se estaba construyendo.” La formación de la nueva concepción del yo, en este periodo absorbe a los artistas, quienes comienzan a tratar este tema en su obra.
Dice de Corral, que en este momento de la historia, los artistas empieza a interesarse por sí mismos. Yo y un mundo nuevo. Por su mundo interior, sus vivencias, sus miedos, sus raíces… todo esto expuesto ante un mundo nuevo. El viejo concepto del artista, ante un mundo posmoderno, donde los avances se sufren cada día y en todos los campos. La política, la sociedad, la economía, la era de la informática y la comunicación… una vida a toda prisa. Es la época del todo vale y… que hace un artista en este mundo. Ante este contexto, una serie de artistas buscan información en su interior y en el mundo que les rodea para poder existir. Y este es el resultado de su obra. Una obra que habla de la propia búsqueda, de las preguntas e incógnitas que se le plantean, del PROCESO. Este arte habla entonces de la vida misma.
Es el artista en este caso el que decide que es el arte. Es una manera descarada de hacer de su propia vida el reflejo de una obra. Pero sin duda, es un arte que cuenta, que habla, que nos dice y refleja instantes reales del subconsciente de alguien, que como dueño propio de su interior, puede elegir si le parece arte o no.
En este caso, son personas corrientes, que no necesitan ningún tipo de aptitudes para llegar a hacer una obra, sino una actitud. Gente que necesita de la expresión y la comunicación, que necesitan escupir a fuera ese proceso de planteamientos y dudas que le surgen.
La auto-expresión, la búsqueda, el proceso. El artista decide lo que puede o no puede ser arte. Una mirada que nace de la visión de Duchamp. Un modelo con el que se puede o no estar de acuerdo. Pero que viene de unas circunstancias. Pienso que es un arte… una opción al arte. Transgredir. Innovar. Expresa y refleja sentimientos en sentido material o conceptual, pero que tiene esa función de hablar, de decir lo que siente el propio ser. Ese momento en el que Clifford Geertz te hace pensar… ¿Estará esto hablando de mi tiempo? ¿De mí?
En el libro “Reflexiones sobre arte, cultura y tecnología” aparece un capítulo de María Corral, “El arte en este fin de siglo,” en el que se hace un breve repaso del arte en los años 80, con la vuelta a la pintura y el nuevo lenguaje personal, la consolidación de la mujer en el mundo del arte o la opción de la fotografía como método artístico y expresivo, además del nacimiento de nuevas tendencias relacionadas con el consumo de los “media”, los ordenadores y la publicidad.
En el texto se utiliza el término “posmoderno” para referirse al momento artístico de los años 80, término que se empezó a utilizar en esta época para referirse al “estado intermedio de conciencia que constituye la transición entre el antiguo y el nuevo modelo de realidad que se estaba construyendo.” La formación de la nueva concepción del yo, en este periodo absorbe a los artistas, quienes comienzan a tratar este tema en su obra.
Dice de Corral, que en este momento de la historia, los artistas empieza a interesarse por sí mismos. Yo y un mundo nuevo. Por su mundo interior, sus vivencias, sus miedos, sus raíces… todo esto expuesto ante un mundo nuevo. El viejo concepto del artista, ante un mundo posmoderno, donde los avances se sufren cada día y en todos los campos. La política, la sociedad, la economía, la era de la informática y la comunicación… una vida a toda prisa. Es la época del todo vale y… que hace un artista en este mundo. Ante este contexto, una serie de artistas buscan información en su interior y en el mundo que les rodea para poder existir. Y este es el resultado de su obra. Una obra que habla de la propia búsqueda, de las preguntas e incógnitas que se le plantean, del PROCESO. Este arte habla entonces de la vida misma.
Es el artista en este caso el que decide que es el arte. Es una manera descarada de hacer de su propia vida el reflejo de una obra. Pero sin duda, es un arte que cuenta, que habla, que nos dice y refleja instantes reales del subconsciente de alguien, que como dueño propio de su interior, puede elegir si le parece arte o no.
En este caso, son personas corrientes, que no necesitan ningún tipo de aptitudes para llegar a hacer una obra, sino una actitud. Gente que necesita de la expresión y la comunicación, que necesitan escupir a fuera ese proceso de planteamientos y dudas que le surgen.
La auto-expresión, la búsqueda, el proceso. El artista decide lo que puede o no puede ser arte. Una mirada que nace de la visión de Duchamp. Un modelo con el que se puede o no estar de acuerdo. Pero que viene de unas circunstancias. Pienso que es un arte… una opción al arte. Transgredir. Innovar. Expresa y refleja sentimientos en sentido material o conceptual, pero que tiene esa función de hablar, de decir lo que siente el propio ser. Ese momento en el que Clifford Geertz te hace pensar… ¿Estará esto hablando de mi tiempo? ¿De mí?
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